
Bacalar es un pueblo que se encuentra al sur de Quintana Roo, cercano a la frontera con Belize. Es famoso por su laguna de los 7 colores ya que en el agua se reflejan diversas tonalidades de azules.
También está catalogado como “pueblo mágico”, es una categoría que el estado de México ha dado a algunos pueblos por sus características.
Llegamos a Bacalar de noche, aquí en México anochece sobre las 7 de la tarde y fuimos al lugar donde nos alojamos la primera noche, una especie de bungalows que estaban a 15 minutos del centro. Nos recibió el dueño del alojamiento que nos explicó amablemente las cosas que se podían hacer en Bacalar y sus recomendaciones. Lo primero que nos dijo y que no sabíamos era que la laguna solo tenía 3 accesos públicos, el resto son accesos privados que pertenecen en su mayoría a hoteles, campings o restaurantes.
Al día siguiente decidimos alojarnos en uno de esos hostels con entrada a la laguna porque parecía lo más cómodo para pasar el día allí. Claramente los precios de estos alojamientos son más caros, en nuestro hostel llamado Magic Bacalar 25 euros una noche en un dormitorio compartido de 8 camas por persona.

El alojamiento en sí estaba bien en cuanto a naturaleza y ubicación, rodeado de plantas y palmeras, con un caminito que te llevaba al muelle y con una zona de hamacas en plena laguna donde podías pasar el día entero cómodamente.

Sin embargo lo “único” fastidioso de allí son los mosquitos. Bueno en general en los lugares donde hemos estado hay que estar con el spray antimosquitos a todas horas, pero hay lugares como éste en la laguna donde es más excesivo. El alojamiento además era todo al aire libre, menos las habitaciones, es decir, cocina y resto de zonas para estar también. Cocinar con mosquitos y bichitos variados no es lo más agradable pero en fin, una se adapta a todo. Si hay algo que podré decir cuando regrese de este viaje es que disfrutaré mucho de una cocina normal, equipada, limpia y con utensilios en buen estado. Pero bueno, valió la pena quedarse allí y poder disfrutar de aquellas vistas.

Además de bañarse en la laguna se puede dar un paseo en barco o en bici para ir a visitar varios cenotes. Nosotros alquilamos dos bicis a 30 pesos la hora (1 euro y medio) así que bastante bien de precio y fuimos a varios cenotes. El cenote Azul fue el primero, aunque el azul del agua no se pudo apreciar mucho porque estaba nublado y el siguiente fue el cenote Cocalitos. Éste más que un cenote me pareció un acceso a la laguna, muy bonito y caracterizado por la presencia de cocalitos que son unos corales en forma de círculo, que parecen como rocas y que cuentan con miles de años. El lugar tiene hamacas y columpios para sentarse, está muy bien para relajarse un rato.


En nuestro paseo también pudimos ver muchos murales por las calles. Bacalar es un lugar donde abunda el streetart y en ese sentido da gusto pasear por allí.



Otra de las cosas que hicimos fue ver el amanecer en la laguna. Fue muy bonito, ver cómo se va iluminando y sentir la paz de esas horas del día. Además por suerte en nuestro tercer día allí hizo sol prácticamente todo el día por lo que pudimos apreciar bien los colores de la laguna que son espectaculares.

Después de esos días de relax en Bacalar emprendimos rumbo a Belize, con la primera parada en Chetumal para pasar la frontera donde nos enteramos de un impuesto que había que pagar y que no sabíamos. En el próximo post cuento la experiencia y como cada día se aprende algo nuevo.





