
Desde hace años uno de mis sueños era ir a México, quería ver esas playas paradisíacas, las casas coloniales de colores, las ruinas Mayas, y sentir esas «México vibes» que se ven en las stories de instagram de la gente.
Tenía el feeling de que México me iba a encantar, mi primera vez en latinoamérica, con lo que a mí me gusta la música latina.
Hoy es mi quinto día en México y de momento solo puedo decir que «no es pa tanto».
Llegué a Cancún el día 1 de septiembre, ese día en el que supuestamente debía haber vuelto al cole. Nada más salir del aeropuerto, a la entrada de éste había un bar llamado Air Margarita Ville, se escuchaba reggaeton y tenía latin vibes. Entonces pensé, bienvenidos a México. También sentí el aire caliente y las gafas se me empañaron de la humedad que había.

Allí compramos un ticket de bus o boleto como aquí lo llaman para ir a Playa del Carmen. En el camino llovió mucho porque estamos en época de lluvias y cada día llueve mínimo un par de veces al día, es una lluvia intensa pero que normalmente dura poco tiempo afortunadamente, y después, vuelve a salir el sol. La compañía de buses más popular es ADO, el billete nos costó 11 euros. 1 euro son 20 pesos mexicanos. Mucha gente comenta que los precios han subido bastante en los últimos años aquí, al menos en esta zona turística de Yucatán. En comparación con España, nada es más barato, solo la comida de los puestecitos de la calle y el precio de los hostels. Lo demás, por haceros una idea: un café = 80 pesos, un cocoloco (cocktail típico de aquí)= 235 pesos, un agua en un bar = 50 pesos.
Lo primero que hicimos al llegar a Playa del Carmen fue comprar una tarjeta para tener datos en el teléfono. Elegimos la compañía Tecel porque era la única que nos ofrecieron en la tienda. La tarifa de 4 gigas al mes cuesta unos 15 euros. Después sacamos dinero en un cajero, el que hemos comprobado que cobra menos comisiones es el banco Azteca ( 3 euros de comisión) Hay otros como el Santander o el BBVA que te cobran hasta 7 euros de comisión.
Después llegamos al hostel donde nos quedábamos aquella noche, Red Panda Hostel. Puedo decir que las instalaciones eran bastante viejas, la habitación era amplia pero no muy acogedora. Lo más bonito del hostel es el mural de un Panda que tienen en el patio, parece que a la decoración del patio le han dedicado tiempo pero a la de las habitaciones no tanta.

Luego dimos un paseo por Playa del Carmen. Me recordó bastante a St Julian’s en la isla de Malta. Calles llenas de pubs y clubs para extranjeros, algunos acompañados de gogós chicas bailando semidesnudas a la entrada de la discoteca. Chicos gogós, ni uno, que se note la cultura machista.
Al día siguiente caminamos por Playa del Carmen para llegar al puerto y coger un ferry que nos llevaría hasta la isla de Cozumel. Antes de subirnos al barco compramos un tour de 4 horas que hacía 4 paradas en distintos lugares de la isla idóneos para hacer snorkel.
Además, te ofrecían bebidas, cerveza y tequila. He de decir que el sabor del tequila de aquí es bastante mejor que el del tequila que normalmente se bebe en Europa. Es un sabor más suave y bebible dentro de lo que cabe. También nos ofrecieron una tapa de ceviche, digo tapa porque era un taper a dividir entre 12 personas. En general no lo habría probado porque no me gustan ni el pescado ni la carne cruda pero en esta ocasión el hambre me pudo y la verdad es que me gustó.
En las diversas paradas que hicimos durante el tour pudimos ver muchos pececitos y estrellas de mar. El color del agua era turquesa y aunque no había mucho sol se veía bonito.

Al regresar del tour pensamos en alquilar una moto para al día siguiente dar un paseo por la isla, ya que a parte de eso no hay mucho más que hacer. La isla tiene una ciudad pequeña y el resto es campo o selva, en definitiva todo es vegetación y playas, las cuales la mayoría son privadas y tienes que pagar para poder acceder a ellas.
El alquiler de la moto nos costó 45 dólares con un descuento que ya nos habían hecho de 35 dólares. Sí, fue muy caro, luego vimos que había alquileres por 10 dólares el día. Mi recomendación es no alquilarla en los stand de compañías de tours que están por el centro de la ciudad sino en las propias casas de alquiler de motos que hay por las callecitas.
Al día siguiente, después de esperar durante una hora al chico que nos trajo la moto comenzamos el paseo por la isla. Yo no tenía altas expectativas con este paseo y efectivamente mi instinto no me falló. Como todas las playas eran de pago al final decidimos acceder a una que era parte de un chiringuito rastafari, se llamaba Rasta Bar. El sitio era original, con aire un poco cutre y rasta pero bueno, tenía su aquel. No te pedían entrada si no que consumieras una bebida en el bar. Sin mirar la carta pedimos un cocoloco, una bebida que viene dentro de un coco y lleva tequila y algún licor rosa. Después de pedirla vimos la carta y el cocktail costaba 235 pesos, es decir, casi 12 euros. En mi vida he pagado yo eso por una bebida. Y decían por ahí que México era barato…seguro.


Después de beber la preciada bebida y deleitarnos con la playa llena de algas continuamos el paseo y simplemente ves vegetación todo el rato, no hay más.
Y poco más queda de decir de Cozumel. Ayer un chico me comentó que vio cocodrilos en una zona por la que estaba montando en bici, yo prefiero no haberlos visto.
Para terminar, una de las mejores vistas de la playa de Cozumel que no estaba mal.
