
Una de mis debilidades arquitectónicas son las casitas de colores, allá por donde voy me encanta ver callejuelas o barrios enteros llenos de distintos colores. Tal vez sea porque he crecido rodeada de pueblos blancos y me atrae lo diferente.
Cuando llegué a Tenerife, una de las primeras cosas que me llamaron la atención fueron las casitas que había incrustadas en algunas zonas de montaña. Me recordaban a los barrios de favelas que siempre aparecen en películas y documentales de países de Latinoamérica. Aunque esto que yo llamo «favelas» aquí, puedan ser chalets en comparación con las que pueda haber allí. Pero por ese colorido, esa no uniformidad y la disposición apilada en la montaña, me recuerdan a esos barrios.
El barrio de Los Campitos, en Santa Cruz de Tenerife, es uno de estos barrios multicolor y que se ha convertido en una de mis vistas favoritas de la ciudad.
Con calles súper estrechas y muchos escalones…

Las casitas se apilan unas encima de otras y crean un laberinto que llega hasta un mirador desde el que se puede ver toda la ciudad.



Junto al mirador, además de la llamada Cueva Roja, se encuentra un sendero que llega hasta la Laguna, conocido como sendero de las lecheras porque antiguamente las señoras encargadas de vender leche lo usaban para ir desde el campo hasta la ciudad.

En definitiva, es un trocito humilde de Santa Cruz, que tiene el privilegio de tener la ciudad a sus pies.






