
Al día siguiente de nuestra primera noche de fiesta en Bangkok, tuvimos un intensa jornada de turismo en la ciudad, tras la cual esa noche decidimos descansar en nuestro maravilloso hostel llamado Place INN.
Después de las condiciones que tenía les dejé una review negativa en booking, ya que la experiencia que tuvimos no pudo ser peor.
Como decía, llegó la noche. Casualmente esa noche salió el tema de la «seguridad» en Tailandia. Lo que se lee en todos los blogs de viajes es que en Tailandia se respira paz y armonía, que las personas tienen una amabilidad extraordinaria y que para nada es inseguro para los turistas, como mucho te dicen que tengas precaución con el bolso por algún carterista que te lo pueda quitar pero nada más.
Mi amiga, que había visto no hace mucho una película basada en Tailandia, me contaba como en el país no es oro todo lo que reluce, que es un país donde las mafias están a la orden del día, la trata de mujeres, drogas, etc.
A mí, después de oír aquello me dio por investigar en un grupo de facebook, de españoles en Tailandia y claro, todo no iba a ser bueno. Empecé a ver algún comentario de experiencias muy desagradables en el país que me hicieron acostarme con mal sabor de boca. Pero uno siempre es positivo y piensa que no le va a pasar nada.
En torno a las 1 de la madrugada dos chicos de nuestra habitación empezaron a discutir, un tailandés y otro que no era asiático y hablaba inglés. Ambos discutían porque uno encendía las luces y otro las apagaba.
Entre los gritos podía entender palabras sueltas como: turn on the light!, the fucking knife! ; a la vez que escuchaba un ruido metálico similar al de cuando se abre una navaja.
El chico tailandés entraba y salía de la habitación dando gritos y portazos.
Mientras tanto mi amiga y yo estábamos muertas de miedo, intentando «hacernos las dormidas» por hacer algo, porque no sabíamos que «c» hacer.
Por mi mente pasó de todo, me sentí de verdad como si estuviera viviendo la escena de una película de terror. Mi primer pensamiento fue: llamo a la policía; pero inmediatamente te das cuenta de que estás en Tailandia y de que la policía no va a entender nada de lo que unas españolas le digan.
Mi amiga me escribió un mensaje por whatsapp para ver si yo estaba despierta porque ninguna se atrevía a decir nada. Nos daba miedo de que supieran que estábamos despiertas o haciendo algo. Las literas en las que dormíamos tenían unas cortinas que impedían que se nos viera. Yo estaba arriba y mi amiga en la de abajo por lo que ella veía toda la escena con mucha más claridad que yo. Me contó que vio al chico tailandés haciendo movimientos como de ninja, por lo que después al chico lo llamamos así.
Transcurrido un rato en el que las luces estaban apagándose y encendiéndose, los gritos y el chico tailandés entrando y saliendo de la habitación; éste, me agarro de una pierna, y me dijo: Are you ok?
Yo que estaba petrificada, contesté: «sí» .
Después, mi amiga me contó que el chico se sentó en el borde de su cama y también la intentó tocar, entonces fue cuando ella se levantó de la cama y me dijo: ¡Vero, vámonos de aquí!
Las dos estábamos temblando, pero fuimos rápidas y por suerte teníamos las maletas hechas. Las cogimos y salimos de la habitación. Cuando bajábamos las escaleras del hostel miré hacia atrás y supe que el «ninja» nos seguía.
Creo que en ese momento dije: ¡corre , corre, que viene!
No he pasado más miedo en mi vida, nos vimos a las 3 de la mañana corriendo por las calles de Bangkok, huyendo de un loco ninja. Recuerdo la imagen de él que venía caminando a paso ligero detrás de nosotras, los comercios estaban cerrados, no sabíamos donde meternos, ¿quién nos iba a ayudar allí? no había nadie por la calle , pero por suerte vimos un taxi parado. Fue nuestra salvación, el taxi nos preguntó: where do you want to go?
Ninguna de las dos lo sabía, pero sabíamos que teníamos que irnos antes de que el ninja nos alcanzara. Rápidamente busqué hoteles en la zona, elegí el nombre de uno y se lo dije al taxista. Desde el taxi veíamos al ninja detrás, al que finalmente perdimos de vista.
Cuando llegamos al hotel les conté la historia, no tenían habitaciones disponibles pero nos dejaron quedarnos en un sofá de la recepción hasta que amaneciera.
Aquella noche nos marcó para el resto de nuestro viaje y de nuestra vida. Cuando caminábamos de noche por el resto de lugares que visitamos yo no podía evitar sentir inseguridad, solo de pensar en la posibilidad de volver a encontrarnos con un loco como aquel. Luego nos reímos mucho al recordarlo, pero lo pasamos realmente mal.
La lección aprendida es que nunca se sabe lo que te pueda pasar, no importa el lugar, la suerte y el peligro están ahí, forman parte de la aventura de vivir.
Un comentario sobre “Bangkok: una noche «de película»”