En nuestro segundo día en Nueva Delhi teníamos el propósito de visitar algunos monumentos.
Al salir a la calle te das cuenta de que si de noche hay movimiento, de día es mucho peor.
Empezamos dando un paseo por el Main Bazar, una zona llena de tiendecitas y puestos de comida. La gente te va parando constantemente ofreciéndote sus productos, pasminas, prendas de vestir, zapatos, pulseras, etc. Y no solo eso, los niños pequeños se te acercan para pedirte dinero, y no les basta con un: “no, lo siento”, te siguen insistiendo y te persiguen literalmente por la calle hasta que, o bien les das algo, o bien, se cansan.
Algo que me llamó mucho la atención fue cuando un niño de unos 8 años paró a mi pareja y le señaló a su zapato, intentándole decir que estaba roto que sí podía arreglárselo. Él ni se había dado cuenta porque la rotura era casi inapreciable. Me pareció increíble como se fijan en cada detalle.
Seguidamente nos paró el chico de la agencia de viajes al que le compramos el tour y ese día el taxista nos hizo un pequeño tour por algunos lugares de Delhi. Visitamos la puerta de la India y varios templos.
En India los “blanquitos” somos como diferentes y supongo que nos admiran por ello. Es normal que te paren por la calle para pedirte que te hagas una foto con ellos. Sentirte famoso por una vez en tu vida es posible allí.
Aquel día cenamos en el Main Bazar, en un rooftop llamado Krishna Café, la comida estaba bien y había bastante variedad. Además, es entretenido ver desde allí las muchísimas y distintas cosas que pasan en aquella plaza con gente de arriba para abajo.
Travelttroterina 